martes, 10 de febrero de 2009

La puerta de mi vida.

Te despiertas en la noche y abres los ojos en la oscuridad. Aún no entiendes porqué no puedes ver y sientes una brizna de angustia, y es que... no sabes dónde está la puerta. Y esto no sería tan grave si al menos pudieras encontrar el interruptor de la luz de la mesita, pero, va a ser… que te has perdido en tu cama. Al menos acabas de entender que sigues en tu cama y esto te tranquiliza. Lo peor que te puede pasar, es que tienes que esperar aquí quieto y calentito bajo las sábanas a que te rescate la mañana, y te saque del letargo natural de la noche con algún rayo de luz colándose por debajo de la puerta… (Uuuuuh!, que mal!).

Yo acabo de encontrar la puerta. Debe ser que la mañana ha venido a recogerme. Ya no tengo sueño y quiero levantarme. He dormido bien y recordando mis sueños de la noche, se me escapa una sonrisa un punto plácida, un punto pícara… Miro hacia la puerta, la abro y desafío al día! Tengo un buen presagio!

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